lunes, 8 de junio de 2009

Humor Gris: Manual para disfrutar el calentamiento global



Hay demasiado disfuerzo ambientalista respecto al manido tema del calentamiento global. ¿Por qué tanto alboroto? Sólo un cretino se escandalizaría ante el pronóstico de que este planeta será irremediablemente destruido por la especie más necia, egocéntrica y perniciosa de la creación: la nuestra.


Saludo a aquellos wishful thinkers que creen que reciclando botellitas de plástico o jalando la cadena del inodoro sólo una vez al día podrá revertirse el apocalipsis de una civilización a la deriva.

Entiendo que ante el bombardeo inmisericorde de alarmas y restricciones usted puede sentirse responsable, incluso culpable, de que, por ejemplo, la garza enana de la tundra etíope haya entrado en una profunda depresión. Visto con la cabeza fría, pregúntese: ¿y qué tiene que ver eso con mi vida?


Sería cínico responder «nada». Evitemos el maniqueísmo. La serie de desvaríos climáticos tienen mucho que ver con la vida de cada uno. Pero a diferencia de lo que se quiere que creamos, la mayoría de esos desvaríos tiene un beneficio. Calma. Puedo ver su cara de sorpresa y la inminente pregunta que le sigue: ¿acaso hay una manera de disfrutar el aumento de las temperaturas, el avance de las mareas, la fauna en riesgo y el deshielo global? Pues sí la hay. He aquí el cómo.

1. No lave su automóvil.- Entre los efectos que el desorden climatológico suscitará sobre el planeta se encuentran la proliferación y descontrol de las tormentas tropicales. Éstas propiciarán lluvias permanentes fuera de estación. Una estupenda noticia para aquellos que no tienen tiempo o recursos para lavar el coche o asear el patio. Bastará echar algo de detergente sobre las superficies en cuestión y dejarlas al aire libre durante la noche. Es hora de que la naturaleza haga algo por nosotros.

2. Gerencie a sus amigos y enemigos.- Antes, la mejor forma de lidiar con alguien insoportable era ignorándolo. El método, si bien sólido, tenía una eficiencia más bien relativa. Humanos al fin y al cabo, la paciencia acababa agotándose, y resultaba imposible no rebajarse al nivel de lo despreciable. Alégrese: el calentamiento global acude en nuestra ayuda. En Inglaterra, el desbalance de las temperaturas ha elevado el número de muertes durante el verano. Para ser exactos, ahora la mortalidad veraniega duplica el número de muertes invernales. El razonamiento es obvio: haga todo lo posible para que sus enemigos estén en Inglaterra durante el estío: tendrán el doble de posibilidades de desaparecer sin que usted se vea involucrado en delito alguno.

3. Pierda el miedo a la naturaleza.- El impacto del clima es más rotundo en los seres indefensos como los animales. Al ver alterados sus hábitats, ellos sucumben en un lento exterminio. Es el caso de los osos polares. El deshielo y reducción de los glaciares los obliga a nadar distancias cada vez más largas, lo que se traduce en su ahogo y lenta disminución. La buena noticia es que ahora hay que preocuparse menos por el riesgo de ser atacados por un oso polar. No hay como vivir sin temores.

4. Todos tendremos vista al mar.- Efecto inmediato y ya registrable del deshielo global es el aumento de los niveles del mar. Para todos aquellos que durante años tuvieron el privilegio de vivir a pocos metros de las orillas marinas, sólo les queda el agradecer por ese tiempo de provecho. Ahora nos toca a los que jamás hemos gozado ese beneficio. Vivo a unos setecientos metros de la costa. Según mis cálculos, para el año 2019 podré ver retozar a mis nietos en las orillas de una playa sin necesidad de moverme de mi mecedora. Gracias, Madre Tierra.

5. Carpe diem, carpe hielo.- Toda persona con conciencia ecológica debería comprarse un congelador semi industrial. La cantidad de hielo disponible en el mundo se reduce a un ritmo acelerado. Nótese que antes, en bodas, restaurantes o clubes sociales, el pedir una bebida helada «y con hielo», equivalía a recibir una generosa dotación de ocho cubitos. Hoy esa cifra se limita a unos miserables dos minicubitos. Por mi parte, almaceno bolsas de hielo en cubitos en dos congeladoras que he dispuesto en mi garage (mi coche duerme a la intemperie; véase punto # 1). No resulta incómodo ni desatinado acudir a eventos sociales premunido de un pequeño cooler, donde, mientras alterno con los anfritriones, acopio el hielo que éstos ofrecen a sus invitados. En cenas de gala he sido educado y además he llevado tenazas de hielo. No tiene nada que ver con robar, acto desaprobable por donde se le mire y que en esta página jamás será avalado.

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